Cerrado por refacciones mentales

Tratar de desnudar las contradicciones de este Gobierno con humor y (relativo) buen gusto es una tarea para la cual no me siento capaz en estos momentos. Había un límite para las bromas, y creo que este año ya pasamos ese límite, con el quilombo a la vuelta de la esquina que hay ahora. Me encantaría que todos nos podamos dar un abrazo de paz y ver cómo sacamos este país adelante, pero eso no va a pasar. Y muy en el fondo, no sé si quiero que eso pase. No por los tiranuelos circunstanciales, que en el fondo están construyendo su propio destino sin ayuda de nadie, sino por la Argentina. A esta altura no veo por qué no ha de merecer un futuro espantoso. Al menos se lo ganó, de eso no tengo ninguna duda.

Sobre lo que está pasando ahora, tengo la impresión de que va a terminar bastante mal, y cuando tengo esa impresión prefiero no decir nada. Es casi instintivo. Sería un pelotudo si me pusiera a hacer bromas sobre la libertad de expresión, por ejemplo, o sobre la pobreza. Creo que hay ciertos límites.

No sé, es una impresión que tengo, y en esta situación no quiero forzar nada. Mejor esperar. Pásense si quieren por el blog Haciendo la Américo, que está linkeado ahí a la izquierda como blog amigo. Me mudé provisoriamente ahí para no sentir la obligación de decir algo de forma divertida cada vez que necesito decir algo. Eso me permite estar más “a tono” con lo que creo que está pasando, y comentar sobre cosas que no tengan que ver con la política. Dios mío, la política es una cosa horrible, después de todo. Pensar la política y no, obviamente, hacer la política. Eso último parece ser mucho más divertido y rentable que lo otro. Pero por el momento pensarla me agotó, y necesito vacaciones.

El blog seguirá abierto, obviamente, y estoy seguro que en cualquier momento no me voy a poder contener y voy a postear de nuevo cuando algo se me ocurra. Para contacto por cualquier cosa tienen el mail ahí arriba, o los comentarios en cualquier post. Pero no sé, no me gustan estos parates que me agarran cada tanto, y quizás me estoy agarrando de la realidad para justificar que no tenga por el momento nada ocurrente que decir.

Además, seamos sinceros: quizás sea mejor ir acostumbrándose a la idea de que el kirchnerismo está decidido a autodestruirse, y que con el empeño que le está poniendo a la cosa es probable que lo logre, por más que todo el mundo -me incluyo- hubiese preferido algo ordenado y más acorde al estilo político de nuestra amada Finlandia. Lo que quiero decir es que este blog, después de todo, tiene sus días contados ya, y esa impresión la tuve especialmente el 28 de junio.
Nos estamos viendo, gente.